Por Rodolfo A. González-Lebrero
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Introducción desde la literatura clásica.
La inmortal pluma del poeta romano Publio Ovidio Nasón, conocido simplemente como Ovidio, nos ha dejado, en la trágica leyenda de Dédalo e Ícaro, los relatos del primer vuelo del ser humano, de la primera normativa sobre seguridad aeronáutica y del primer accidente de aviación.
En efecto, Dédalo y su hijo Ícaro habían sido encerrados por el rey Minos en el laberinto, por haber el primero enseñado a Ariadna, hija del rey, cómo Teseo podría hallar el camino para matar al Minotauro, lo que hizo, atravesándole su espada primero, y estrangulándole después. Dédalo explicó a Ícaro que era difícil huir por tierra y por mar, pero que “el aire y el cielo están libres”, y para huir del laberinto, fabricó unas alas para él y su hijo y las pegó con cera a los hombros de éste, y también a los suyos. Poco después levantaron vuelo.
Éste fue el primer vuelo del hombre…