La noche de un sábado de enero de 1991, Ryanair estaba al borde de la quiebra, y aunque Tony Ryan y otros accionistas le habían inyectado más de 20 millones de libras irlandesas a la Compañía desde su lanzamiento en 1985, venía perdiendo unos 5 millones por año y estaba al borde del desastre. Su equipo directivo debía decidir esa noche si afrontarían la más urgente deuda de 34.000 libras con el aeropuerto de Dublin, que vencía en dos horas y media y que le permitiría seguir operando o terminar con la derrota del negocio.
Ryanair lanza tarifas de 95 libras entre Dublin y Londres, y logra el 100% de ocupación. Empieza a volar de aeropuertos secundarios, el caso de Knock que había sido construido sobre una ciénaga. Fue así que en 1987 su resultado fue de 1 millón de libras, y logra que le autorice la Autoridad Aeronáutica el servicio a Londres con reactores de 104 plazas.
La Comunidad Europea en diciembre de ese año adopta el primer tramo de medidas de liberalización de las líneas aéreas, que permitía que hubiera más de dos aerolíneas en la misma ruta, liberando totalmente los precios para ciertas zonas. En 1990 la Comunidad lanzó un segundo grupo de medidas que ampliaron las áreas libres, se bajaron la exigencia de umbrales de pasajeros y en consecuencia se permitió más aerolíneas y mayor competencia en ciertas rutas.
En 1991 estuvo nuevamente a punto de quebrar, y se decidió entonces eliminar absolutamente todos los extras de su servicio, recortar los costos al máximo y bajar las tarifas a niveles inauditos en Europa. Los pasajeros fueron atraídos en masa por las bajas tarifas y los ingresos y rentabilidad crecieron rápidamente en la Cia. Se abandonaron las rutas que producían pérdidas y se emplearon los aviones en las restantes. Los esfuerzos empresarios se centraron en generar efectivo. Se eliminó todo el servicio de abordo, café, té, sándwiches, etc., y se incrementó la venta de productos de venta abordo libre de impuestos. Se re-negociaron los contratos de trabajo para lograr una mayor productividad, y se incentivó a los tripulantes que más volaran y más facturaran ventas en cabina.
La política agresiva de Ryanair eliminó los servicios gratuitos abordo pero lo volcó en bajar sustancialmente sus tarifas. El volumen de pasajeros se incrementó, y en 1999 llegó a ser una de las aerolíneas más rentables del mundo.
En 2013 plena crisis del sector aéreo en Europa, cuando la recesión hace tambalear la demanda de vuelos en el continente, Ryanair vuelve a sacar pecho y presume de resultados. La aerolínea de bajo coste cierra su año fiscal con un beneficio récord de 569 millones de euros, un 13% más que en el ejercicio anterior fundamentalmente por seguir incrementado los pasajeros transportados con el objetivo de alcanzar la cota de 100 millones de pasajeros antes de 2019.