Medicina y Aviación Civil (primera parte)

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Por: Carlos María Vassallo

Consultor Técnico: Dr. Eduardo Iácono.

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Por la extensión de este trabajo, será publicado en tres partes de unas 20 páginas cada una.

Resumen

El crecimiento exponencial de la cantidad de pasajeros que se transportan por vía aérea en el mundo, que este año 2016 superarán los 3.500 millones en más de cien mil vuelos diarios. Nos encontramos ante la  masificación del transporte aéreo aparecida en la última parte de la década del 70 de la mano de la operación de los aviones de cabina ancha, tipo Boeing 747 JUMBO, y MCDouglas DC10, entre los más conocidos de  esa época. Esas aeronaves elevaron la capacidad que hasta ese momento era de unos 170 pasajeros por avión, a más del doble, y actualmente con las súper aeronaves Airbus A380 y Boeing Dreamliner 787 a unos 600 pasajeros por vuelo cambiando la ecuación viaje – tarifa distancia recorrida- poniéndola accesible.

En la actualidad aviones como el Boeing 777 permiten optimizar el transporte con la unificación de pasajeros y carga en una sola y eficiente aeronave.

El advenimiento de Internet en la década del 90 integró al mundo y posibilitó en el transporte de pasajeros las reservas de plazas y compra de tkts con medios de pago y formato electrónico desde cualquier computadora, tableta o teléfono con acceso a internet las 24 hs del día y valiéndose con la ayuda de buscadores para elegir las distintas opciones de servicio, horarios, y tarifas disponibles.

En cuanto al transporte de carga aérea, también su curva es ascendente y su contrato también se encuentra ya digitalizado con una penetración  global a marzo de 2015 de un 45%[1], facilitando, a las Aduanas de salida y a todo organismo gubernamental de control sanitario, el despacho del vuelo, y en destino por el difundido sistema de información de carga anticipada permite ahorros considerables en depósitos fiscales y un rápido despacho a plaza, sobre todo en cargas sanitarias, medicamentos, vacunas, sangre, materiales y sustancias para estudios diagnósticos como también equipos y sus repuestos. Tema colateral es el transporte de restos humanos.

En cuanto a los pasajeros con problemas sicológicos preexistentes, o aquellos que los  evidencian por primera vez en vuelo, también la  generalización del transporte ha trasladado a los aviones lo que sucede en tierra, y con ello la aparición del fenómeno de los pasajeros disruptivos o insubordinados, que perturban la tranquilidad a bordo hasta, en algunos casos, poner en peligro la seguridad del vuelo. Las últimas estadísticas exhiben unos 100 casos de pasajeros insubordinados graves por día a nivel global. Tan es así  la gravedad de este tema que la OACI ha emitido la Circular 288 recomendando procedimientos de seguridad. Por otro lado la Comunidad Internacional ha firmado recientemente el “Protocolo de Montreal de 2014 que Modifica el Convenio sobre las Infracciones y Ciertos otros Actos Cometidos a Bordo de las Aeronaves sobre seguridad a bordo”, sin haber alcanzado vigencia hasta el momento.

En cuanto a problemas  físicos de pasajeros, el incremento de la edad del uso del medio aéreo ha llegado a contar en casi todos los vuelos con personas sanas aunque con movilidad reducida –PMR- que necesitan asistencia especial para trasladarse en los aeropuertos, en su ascenso y descenso de grandes aeronaves comerciales de transporte aéreo regular, sobre todo en aquellos casos donde no se cuenten con “mangas” o “fingers” que faciliten la circulación de las personas hacia y desde la aeronave.

También nos referiremos informativamente a la problemática del transporte aéreo de personas con discapacidad, tema que merece un tratamiento muy especial, relacionando el concepto de seguridad operacional y de accesibilidad ante la eventualidad de una evacuación de emergencia y teniendo especialmente en cuenta los principios de no discriminación.

Impactan económicamente en la operación aérea y en los desvíos para aterrizaje de emergencia –QRF- la cantidad de  episodios agudos, reacciones alérgicas,  edema de glotis, falta de oxígeno en pasajeros afectados por “epoc”, embarazadas, complicaciones en personas recientemente operadas que han ocultado su estado al momento de la reserva,  infartos, personas que han hecho buceo dentro de las 24 hs previas a volar por complicaciones originadas en la retención de nitrógeno en sangre,  entre otros tantos casos, todos estos generalmente no causados por la actividad de vuelo, no entrando en el concepto de “accidente” en sentido aeronáutico.

La casuística es enorme, y las Cías Aéreas agrupadas en IATA dedican esfuerzos permanentes en adoptar medidas comunes en cómo prevenir sucesos, qué medicamentos podrán ser provistos por la aerolínea en los vuelos y qué aparatología estará disponible a bordo, tal el caso tan debatido de los desfibriladores –RCP-.

Se implementaron protocolos cada vez más complejos en la forma en que debe actuar la tripulación de cabina, desde cómo pedir la asistencia de un médico pasajero hasta la realización de maniobras de resucitación. Ello supone un entrenamiento cada vez más complejo de los TCP.

Las aerolíneas comerciales regulares ya no pueden prescindir de contar con un departamento o gerencia médica que se ocupará preventivamente de realizar  controles de enfermedad de la tripulación, analizar los MEDIF[2] – informes médicos- correspondientes a las reservas condicionales de pasajeros especiales.

El objeto de estudio del aspecto médico del transporte aéreo es tan amplio que en este trabajo lo hemos recortado a los puntos enunciados en el sumario con un alcance descriptivo general que aporte claridad a la problemática, dejando la profundización de cada uno de los temas para la investigación específica.

[1] IATA: actualización global a marzo 2015.

[2] INCAD MEDIF, formulario IATA para información médica necesaria para el vuelo.

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